Scary.

Pienso que no existe algo más fuerte que el creador de tus peores pesadillas.
Siempre está ahí, al acecho.
Abres los ojos hasta no poder más y estás atento a cualquier sonido o movimiento, deseando que algo aparezca para poder vaciarte con un grito mudo; porque a veces prefieres morir a sentirlo.
Hace que el corazón te vaya a mil por hora, que la angustia se anude en tu garganta sin poder dominarla.
Cuando intentas pensar en otra cosa permanece en tu cabeza, vacilando contra tu voluntad. Juega contigo.
Te hace temblar, te inmoviliza, percibes, incluso, como se te dilatan las pupilas al compás de tu tensión; cómo se te erizan los vellos y la piel se pone de gallina.
Inquieto, nervioso. Porque no hay miedo más grande que no sentir nada. Puedes sentirte de muchas maneras menos en paz y tan solo deseas arrancarte la piel y que todo acabe de una vez.
Hace que temas a cosas a las que no tenías miedo antes; muchos lo tienen a la oscuridad -donde tan solo animales nocturnos logran ver-, unos a los payasos, otros tienen fobia a las arañas, a estar en sitios cerrados, a las alturas... A cosas que jamás imaginarías o a cosas a las que también temes tú.
Yo, sin embargo, tan solo le tengo miedo a él, ya que es el único que consigue hacerme más pequeña, el que hace que me asuste de cualquier cosa que no tendría por qué, el que me convierte en una persona ajena a mí.
Yo temo al miedo, ya que sin él no lo haría.