bombillas de colores. Era un noche especial, porque
así lo decidí. Fui a recoger un helado para mí. Me giré
con el helado en la boca, sabor a chocolate, ¡estaba
congelado! Y de repente me choqué con él. Un chico
de unos dieciséis años, moreno; sin nada en especial.
Su sonrisa.
Me gustó tanto que ni le chillé por lo que acababa de
pasar. Fue corriendo a por una servilleta, me limpió
con delicadeza y mirándome a los ojos. Entonces dije:
Es él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas sobre esto?